
El objetivo es conocer el entorno, específicamente el lugar donde vivimos para así poder cuidarlo y mantenerlo en condiciones apropiadas.
En los ambientes húmedos de la alta cordillera crecen diversos tipos de pasto, llaretas y plantas como bailahuén.
El ciprés cordillerano sobrevive como bosque relictual. Este es posible apreciarlo en el curso superior de la quebrada El Asiento, en el cerro El Tabaco, comuna de San Felipe. Su escasa presencia obedece a la explotación de que ha sido objetiva.
La zona de la ribera del río Aconcagua es la que presenta la mayor parte de la vegetación natural del matorral y bosque esclerófilo. Las plantas, de tipo arbóreo y arbustivo, presentan adaptaciones en su forma , que le otorga gran resistencia a los períodos secos.
En las laderas de exposición norte o asoleadas, predominan especies mejor adaptadas a la sequía, como el quisco, chagual, colliguay y matorrales espinosos como el espino, guayacán y algarrobo.
En las laderas de exposición sur o laderas sombrías, predominan especies propias del bosque esclerófilo, caracterizadas por árboles y arbustos de hoja perennes y duras. Entre las especies esclerófilas destacan el boldo, el peuco, el litre, y el quillay, entre otras.
Chilca-- baccharis marginalis (arbusto)
Espino -- Acacia caven (árbol)
Guayacán --Porlieria chilensis (árbol)
Litre--Lithraea caustica (árbol)
Lun-- Escallonia revoluta (árbol)
Maitén-- maytenus boaria (árbol)
Maqui --Aristotelia chilensis (árbol)
Orquídea-- Chloraea multiflora (planta perenne)
Quillay--Quillaja saponaria (árbol)
Romerillo --Baccharis linearis (arbusto)
Tupa-- Lobelia excelsa (arbusto)
Especies introducidas
Otro elemento importante en la vegetación del valle de Aconcagua, son las especies introducidas a lo largo del tiempo, en su mayoría ligadas a la agricultura. Algunas son: vid, trigo, cebada, zarzamora, durazno, cerezo, higuera, nogal, olivo, álamo y eucalipto.